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martes, 2 de septiembre de 2008

La metamorfosis de Magloire


La reciente adquisición de Miami, Jamaal Magloire, tiene una historia controvertida en la NBA. A pesar de ser elegido en una de las ediciones del draft menos talentosa de los últimos años, la del 2000, el canadiense supo encontrar la manera de abrirse un hueco en la titularidad del equipo de Charlotte Hornets. Procedía de la prestigiosa Universidad de Kentucky, la misma de la que salieron otros grandes jugadores como Dan Issel, Rex Chapman o Jamal Mashburn, y fue reconocido como All-SEC First Team en todos sus años de college, además de contribuir como mejor taponador de la Kentucky en toda su historia. Estos méritos le valieron para salir en la posición número 19, muy por detrás de otros nombres más reconocidos como Stromile Swift, Mike Miller, Jamaal Crawford o Kenyon Martin.

Los números a su llegada a la NBA no fueron impresionantes, pero la ausencia de un candidato claro a ocupar el puesto de pívot titular en la franquicia de los Hornets fue suficiente argumento para disponer de los minutos que cualquier rookie necesita para demostrar ciertas dotes en la liga más difícil.

Esa autoconfianza lograda por el ascenso de status en la plantilla le sirvió además para estar en boca de otras muchas franquicias para ser el sustituto perfecto de viejas glorias en unos años. Su progresión era adecuada, y sus estadísticas, aunque no eran asombrosas, pero daban muestras de una solidez muy interesante para la posición de 5 en la NBA.

La campaña del 2003-04 fue la más productiva a nivel estadístico. Promediaba 13'6 puntos y 10'3 rebotes por noche, y además no sufrió problemas con las lesiones, algo poco frecuente para jugadores de su talla y peso. La ausencia pívots de garantías en la Conferencia Este obligó a la NBA a seleccionarle para el All Star de ese mismo año, realizando un papel sobradamente digno para un debutante: 19 puntos y 8 rebotes. Está claro que no se puede juzgar a un jugador por su demostración en un partido de exhibición, pero el hecho de haber llegado hasta allí y haber realizado un trabajo interesante, podría traducirse en su traspaso a un grande.

Pero fue una lesión la que estaba llamando a las puertas de la carrera baloncestística de Magloire al año siguiente. Durante esa temporada sólo pudo disputar 22 encuentros, en los que no logró alcanzar el nivel exhibido el año anterior. Aún así, sus números no eran mucho peores, aunque no consiguió mostrar la explosividad y deseo de triunfo de antaño.

Hay una expresión acuñada por el célebre Andrés Montes para definir a aquellos jugadores que, tras la firma de un contrato garantizado de muchos millones y muchos años, su duermen en los laureles y nunca rinden como en su año anterior a la firma de ese contrato: pertenece al club de los "se dejaba llevar...". Magloire es un caso típico, aunque no el único. En sus años siguientes sus porcentajes en tiros de campo bajaron, y sus promedios también lo hicieron drásticamente. Fue traspasado a Milwaukee, después a Portland, para convertirse en agente libre en el verano del 2007.

Ni en New Jersey ni en Dallas, sus posteriores destinos, consiguió alcanzar un ápice de la plenitud deportiva del 2003, y ha quedado como suplentísimo en el frontcourt de Miami Heat. Es natural que en un principio pueda ganarse la titularidad de nuevo en la franquicia de Florida, porque la competencia allí es prácticamente nula. Ni Mark Blount ni el canadiense Joel Anthony tienen calidad para dejar a Magloire en el banquillo, pero a poco que alguno de ellos comience a despertar del letargo de un año pasado decadente en el plano deportivo, Jamaal puede volver a agitar toallas junto a su entrenador.

No deja de ser curioso como hay jugadores en la NBA que tienen condiciones para hacerlo muy bien, se acomodan a la situación de ver los partidos sentados en el banco, sin intención de mejorar ni de darlo todo en los entrenamientos, como si ya estuvieran de vuelta de todo. Andrés Montes comenta siempre los casos más descarados de miembros exclusivos del club "se dejaba llevar", como Jim McIlvaine, que no hizo nada destacable en la NBA salvo contratar a un magnífico agente, o Christian Laettner, que llegó a formar parte del Dream Team de Barcelona, y luego nunca cumplió las expectativas que en él estaban depositadas.

Magloire, a sus 30 años, está a tiempo de demostrar que puede salir del club; sin embargo, mucho me temo que no tiene la más mínima intención de abandonarlo.

Jamaal Magloire cuando quiere...



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