El fin de los contratos de rookies para jugadores que no han despuntado todavía en la NBA supone el fin de su carrera profesional en EEUU, temporal o definitivamente. Para otros, que se han consagrado como jugadores altamente aprovechables y apetitosos para otras franquicias, significa un aumento substancioso en sus emolumentos. Existen casos excepcionales, como el de Anderson Varejao, en el que unas pretensiones económicas demasiado altas pueden cortar de raíz una prometedora y fructífera carrera en la NBA.
Anderson Varejao es un jugador brasileño, ala-pívot de 2,08 m para más señas, que jugó el año pasado con los Cavaliers de Cleveland. Su aportación desde el banquillo no fue extraordinaria en cuanto a números, pero sí en lo relativo a los intangibles que no aparecen en el boxscore. Más que decente reboteador, y buen defensor en el poste, Varejao mantuvo la tensión defensiva de los Cavs en un alto nivel saliendo desde el banquillo, para llevar a éstos a la consecución por primera vez en su historia del título de campeones de conferencia, y accediendo a la final de la NBA. Sin duda, la mayoría de los flashes se dirigían a la estrella del equipo, Lebron James, que realizó unas series memorables frente a los favoritos de aquel momento, los Detroit Pistons. Pero también es incuestionable que la aportación de Anderson Varejao no pasó desapercibida para el resto de franquicias.
Este hecho convertía al brasileño en una pieza apetecible para cualquier franquicia. Jugador joven, con un último contrato bajo por su condición de 2ª ronda del draft, que crea buen ambiente de grupo y con fama de trabajador incansable. Más de un general manager se frotaba las manos. Pero obviamente, los Cavs tenían intención de retenerle por su derecho de tanteo, decisión lógica por otra parte.
A esto que a Varejao no se le ocurre otra cosa que pedir el oro y el moro por su nuevo contrato. Nada menos que 10 millones de dólares por temporada. Eso equivale a compararse económicamente a jugadores como Brad Miller (antiguo All-Star), Josh Howard (jugadorazo de los Mavericks), Caron Butler (All-Star de Washington),... todos ellos con un cartel NBA infinitamente más importante que nuestro brasileño. Estaba clarísimo que los Cavs se iban a negar en redondo, sobre todo porque no quieren hipotecar el futuro de la franquicia a un jugador de 2º nivel en lugar de hacer hueco salarial para próximas renovaciones como las de Daniel Gibson, Sasha Pavlovic (que ya está renovado) y alguno más.
Además, debido a que la ampliación del contrato de Lebron no fue excesivamente larga, los Cavs se temen que su jugador franquicia esté "planeando" su salida dentro de pocos años si el conjunto no logra éxitos a corto-medio plazo, y sobre todo, que Cleveland no es un mercado como el de New York, Chicago o Los Angeles.
A esto, que ha llegado el comienzo de la liga con Anderson Varejao fuera del equipo, con un Danny Ferry que aún negocia con el brasileño, pero que todavía sigue recibiendo la misma contestación: 10 millones o nada. ¿Qué es lo que pretende Varejao? Si busca esos 10 millones, me temo que lo tiene crudo en la franquicia. Si lo que pretende es subir en lo posible sus ingresos en el próximo contrato, ya es ahora de que piense que ha tensado demasiado la cuerda y acepte, como mucho, un contrato de 5-6 millones, que es a lo que aspira como mucho (según mi criterio). Si pretende crearse la fama de pesetero, lo está consiguiendo también. Si pretende volver a Europa, ¿por qué no lo hace ya, en vez de marear la perdiz? Para gustos, colores.
A la espera de la decisión de los Cavs y del brasileño, deseamos que vuelva pronto a las pistas, que echamos de menos el colorido que le da al juego su peinado alocado.
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