Además de ser el título de una obra de Charles Dickens, grandes esperanzas son las que tienen depositados los seguidores de los Boston Celtics en la nueva plantilla confeccionada por Danny Ainge. Después de muchos años deambulando por la liga con más pena que gloria, una nueva etapa parece retomar la senda victoriosa de la franquicia más laureada de la NBA.
Para ello, ha sido fundamental la apuesta por jugadores consagrados en la liga, como son Kevin Garnett y Ray Allen. La apuesta por Kevin Garnett a simple vista es más que segura. Futuro Hall of Fame, siendo además uno de los jugadores más eficientes de la liga desde que llegó a ella en 1995 procedente de los High School. Teniendo en cuenta el desgaste físico y mental del bueno de Kevin Garnett durante sus años de profesional, la apuesta se hacía cada vez menos segura. A tener de los resultados, su estado de forma sigue siendo envidiable y se ha adaptado perfectamente al roll que Glenn Rivers quería que tuviese KG en la franquicia verde. Cabía pensar si era necesario desprenderse de tantos jugadores jóvenes y con tanto porvenir en la liga como Al Jefferson, Gerald Green, Ryan Gomes y Sebastian Telfair, pero por ahora no se les está echando de menos. Es más, la situación de Minnesota, el equipo al que fueron a parar, tampoco es para lanzar cohetes, con lo que era posible que si Boston hubiera conservado a estos jugadores, los resultados y el porvenir de la franquicia tampoco habrían sido tan entusiastas como los actuales.
Con la llegada de Ray Allen, un escolta consagrado en la NBA, Boston adquirió algo más que un tirador de élite: conformaba una tripleta ganadora formada por jugadores que nunca habían ganado nada.
De hecho, como las características del juego de cada uno son tan diferentes, y a la vez tan complementarias, empezaron a surgir las primeras avalanchas de merchandising que denominaban a esta tripleta como "The Big Three". No soy muy amante de los calificativos gratuitos, pero esta fórmula puede funcionar. De sobra es conocido el gran mercado que rodea a la ciudad de Boston, obviamente conseguido por una brillante trayectoria en la historia de la liga.
Puede que Boston con esta nueva etapa no alcance los logros que se les presuponen, pero las expectativas creadas por la configuración de la nueva plantilla deben traer una ilusión que no se tenía desde los tiempos de Bird, McHale, Parish y compañía. Con un comienzo prometedor de 3-0 en el balance de victorias-derrotas, lo más duro está por llegar. La conferencia Este se ha fortalecido por la llegada de muchos jugadores de categoría que pueden igualar el nivel con la del Oeste, pero aún esa distancia es palpable. A la espera de los primeros enfrentamientos de Boston Celtics con rivales de la otra conferencia, las sensaciones son buenas: el equipo gana, el público disfruta, los jugadores se divierten en la cancha, la química entre los tres egos principales del plantel es buena,... parece imposible comenzar mejor.
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