Si uno mira el marcador tendrá la impresión de que la selección española no ha tenido ningún problema para solventer la papeleta con el campeón africano, pero hay que fijarse en los detalles del encuentro para no disimular los defectos y carencias que, una vez más, ha demostrado el equipo de Aíto. Las sensaciones no dejan de ser contradictorias, de falta de confianza y de trabajo colectivo a su vez, de baja forma de alguna de sus figuras y de la explosión de un talento insultántemente joven como el de Ricky Rubio.
Angola salió a comerse al rival, a tratarle de tú a tú, sin reparos de ningún tipo. El marcador en el primer cuarto estuvo igualado hasta que, sin comerlo ni beberlo, una pájara de los españoles permitió a los angoleños fraguar una ventaja en el marcador de hasta diez puntos. Un desacierto total en el tiro de larga distancia, una mala dirección de juego y una incomprensible falta de acierto en tiros relativamente fáciles iba minando la confianza de los de Aíto. Frente a los fallos en ataque se sucedían una y otra vez los rebotes en ataque. Pau Gasol, Carlos Jiménez y Felipe Reyes eran los dueños de la pintura, sobre todo por presencia física. No hay que olvidar que en la plantilla angoleña no hay ningún jugador que sobrepase los 2,05, ni mucho menos los 2,15 del de Sant Boi. De todas maneras, era inconcebible como situaciones realmente fáciles de solventar se complicaban y terminaban con una pérdida de balón.
El momento de caos se prolongaba hasta el segundo cuarto, donde tras un 25-15 en el marcador que empeza a asustar, Aíto trató de frenar con un pressing en toda la cancha, con Ricky Rubio como brazo ejecutor. Como viene siendo constumbre en estos Juegos Olímpicos, Ricky respondió a las expectativas y tras varios robos de balón consecutivos, instauró la lógica en el marcador. Digo la lógica -y no la igualdad- porque Aíto volvió a sentar a Ricky, como tratando de evitar que el joven base se llevara todos los merecimientos, y tratar de extender el buen ritmo adquirido al resto de los compañeros. La decisión es respetable, pero para muchos discutible, entre los que me incluyo.
El partido cambió radicalmente cuando España se puso por delante. La defensa comenzó a funcionar y el contraataque fue la mejor arma anotadora. A partir de ahí, comenzó el paseo militar de los españoles y la tenacidad de Angola fue desapareciendo poco a poco. La segunda mitad fue una continuación de la última parte del segundo cuarto, concretándose de esta manera el 98-50 definitivo.
Ahora bien, los momentos de sufrimiento del primer cuarto y parte del segundo contra una selección como Angola no son un buen presagio. Si esto mismo nos pasa contra otro conjunto de más nivel, nos vamos a la calle. Y es que se me ocurren muchas que podrían hacernos un roto parecido. Estados Unidos por supuesto, Lituania, Argentina, Grecia, incluso Croacia... y son los balcánicos nuestro próximo rival. Yo no estaría tan confiado.
Es alarmante, por otra parte, la baja forma de gente como José Manuel Calderón y de Juan Carlos Navarro. La dureza de la competición americana puede estar pesando en demasía al estado físico de estos dos jugadores que han estado acostumbrados tanto tiempo a ser referentes de la selección junto con Pau Gasol, cuestión que da mucho más mérito al notable nivel de Pau en esta convocatoria.
El partido siguiente será ya el de cuartos de final, contra Croacia, uno de los dos equipos que consiguió batirnos en el Europeo celebrado en España el año pasado. Teniendo en cuenta los antecedentes, no conviene fiarse un pelo de los croatas, y menos conciendo el gran talento -aunque irregular- del equipo balcánico.
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