Los Ángeles Lakers se encuentran este año en una posición de privilegio para la consecución de un nuevo título. La llegada de Gasol en un traspaso surrealista ha transformado el destino de la franquicia para convertirla en una clara aspirante al anillo. En una últimas declaraciones, Gasol afirma que, sin lugar a dudas, los condicionantes sobre los que se apoya el juego de los Lakers este año invitan al optimismo. Mañana es tarde.
Aunque se hable mucho de Bryant, Odom y Gasol (aunque de manera justificada), una de las causas de la buena marcha de la franquicia angelina es el amplio grupo de jugadores que arropan la labor del Big Three californiano. Los expertos en la materia de los diferentes medios de comunicación que retransmiten encuentros NBA no paran de hablar sobre la calidad del banquillo de Los Angeles. Sin duda, me adscribo a tal opinión, no por sumarme a una corriente de optimismo generalizada abanderada por otro españolito, sino porque cuando observo los partidos de los Lakers, puedo apreciar una voluntad y espíritu de sacrificio para sacar los partidos adelante que no he podido destacar en etapas anteriores, ni en Los Angeles ni en Memphis. Ni siquiera en los 3 anillos de Lakers con el dúo Bryant-O'Neal.
Es más, para los críticos que apoyan la teoría de que el MVP se lo debe llevar el jugador que más puntos anote, o que más eficiencia tenga, este año Bryant cuenta con más papeletas para llevarse el prestigioso título individual. A pesar de que no esté anotando como en años anteriores, de que sus números sean superados por Lebron o Carmelo o cualquier otro. No importa. Se trata de englobar a sus compañeros en una dinámica ganadora, tras la cual las victorias lleguen con más facilidad. No sólo eso; Gasol llega a los Lakers y anota y rebotea menos que en Memphis; Odom no necesita promediar 18 puntos por partido para ser útil; tantas y tantas cosas...
Puede que no sea un jugador espectacular, que no destaque su boxscore al final del partido, pero Derek Fisher cumple a la perfección el papel del Ron Harper de los Lakers de esta generación. Asiste cuando debe, anota cuando debe, y no pierde absurdamente el balón para provocar contraataques. Luke Walton es, sobre todo, un tipo inteligente. No hace sobre la cancha nada que no sepa hacer.
Ronny Turiaf es el más excéntrico de todos. Pese a su hiperactividad en los banquillos y su apariencia de "estoy como una cabra, pero lo sé y no me importa", Turiaf trae desde la reserva una energía y un buen rollo que necesita este grupo. Aplicado en defensa, pero limitado en ataque, no oculta su deseo de mejorar y de aprender las nociones de las que carece.
Radmanovic es el más unidimensional de todos. Alterna la titularidad con la suplencia en función de rival, y de la capacidad de resolver desde el perímetro. Excelso tirador, ha evolucionado en otras facetas del juego que antes sencillamente descuidaba, a pesar de tener todas las armas para demostrar que es mejor jugador de lo que se vió en Seattle o en los Clippers.
Vujacic es un jugador hecho a sí mismo. Llegó a la NBA con el desconocimiento generalizado de toda la liga. Sinceramente, pensaba que era uno de esos chavales serbios que son dioses en la Liga Adriática y luego se comen los mocos cuando llegan a EE.UU., pero me equivoqué. Ha sabido integrarse como tirador exterior para alcanzar un 45% en triples. Quizás no tenga el potencial de otros europeos de su generación, pero por lo menos cumple en un presente en el que puede resultar fundamental para Lakers en la consecución del anillo.
Jordan Farmar es el sophomore que trae una inyección de energía desde el banquillo para dar descanso a Fisher. Me gusta este Farmar. A lo mejor no llega nunca a ser el titular del equipo angelino, pero desde el banco participa de la rotación exterior y del buen ambiente en el vestuario.
Y todo ello sin la participación de Andrew Bynum, el que está llamado a ser pívot titular de Lakers para la próxima década. En una apuesta arriesgada, Kupchak drafteó a un joven Bynum de apenas 18 años (creo incluso que se trata del más joven en vestir la remera dorada). A día de hoy, Kupchak tiene todas las papeletas de convertirse en el General Manager con mejor ojo de la última década, aunque depende de la evolución de Bynum tras la lesión que le ha tenido apartado desde hace varios meses ya.
Una vez alcanzado el primer puesto en la Conferencia Oeste, el próximo reto de Los Angeles Lakers es lograr el título de Conferencia, que le abrirá las puertas a las Finales de la NBA, frente a... ¿Boston?
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