La genética es un tema tan apasionante porque te permite descubrir los porqués de muchas de las facultades humanas. Dicho así, sería lógico pensar que el prototipo de español bajito, regordete, calvo y con cara de buena persona se adapta mejor a una época de añejo recuerdo de nuestra historia: el landismo. No obstante, y sin ningún tipo de menosprecio a la población que se ajusta a ese estereotipo (entre los que me siento más identificado, no lo oculto), tengo que decir que la situación actual me sugiere que los tiempos están cambiando.
Como reflejo de ese cambio en la sociedad, el mejor exponente a este efecto era el deporte del baloncesto. Sin duda, la altura era un factor importante, y sigue siéndolo, pero es que ahora la genética está dotando a la juventud española de un paso más en pro de conseguir igualdad de capacidades físicas respecto del resto de los mortales.
El último concurso de mates tuvo un ganador claro, Víctor "Air" Claver. Este joven valenciano parece destinado a mostrarse como el reflejo del cambio genético en la sociedad al que me refería antes. Sus cualidades para el vuelo sin motor son asombrosas, de manera que se ha convertido en un especimen notablemente extraño y poco ajustable a los talentos que normalmente salen de las canteras españolas (o al menos a mí me lo parece).
Como además de capacidad atlética tiene cualidades para esto del baloncesto... menuda joyita. Aún no le he visto lo suficiente como para pensar que puede ser un jugador tan decisivo como muchos piensan, pero va camino de ello. Si las lesiones le respetan y la cabeza la mantiene en su sitio, tenemos de Claver para rato.
Cierto es que este jugador espigado y delgadito no ha alcanzado su formación física que le encuadrará en su demarcación definitiva, pero el tiempo, el gimnasio y los entrenadores que tenga se encargarán de esta tarea.
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