El baloncesto es un deporte en el que se complementan talento, instinto, sangre fría y capacidad física. Según la forma en que conjuguemos estos cuatro factores, el baloncesto puede desarrollarse según unos parámetros u otros. En el deporte actual, en el que la capacidad física prima respecto al resto de factores, uno de los países que abandera tal primacía es Nigeria.
Sin duda, la reciente repercusión de varios jugadores africanos en las ligas universitarias americanas, ha fomentado la captación de talentos nigerianos por parte de muchos colleges. De hecho, la emigración de familias enteras a EEUU, ya sea directamente o vía Inglaterra, influye en la proliferación de jugadores con unas condiciones atléticas envidiables.
No obstante, la carencia de una escuela nigeriana de baloncesto que permita el desarrollo de estos jóvenes talentos conforme a unos cánones del deporte de competición de alto nivel, impide que el rendimiento de éstos sea mayor del que es actualmente.
Pese a este gran inconveniente, el papel de Nigeria en los campeonatos internacionales en los últimos años parece condenado a sufrir una evolución significativa. Su aparición en el último Mundobasket no fue espectacular, pero sí dejo alguna pincelada de su potencial, que no es una selección menor, y que podemos ser testigos de una Nigeria más poderosa los próximos años, en la medida que la aportación de varios de estos superdotados atletas comience a ser más relevante en las ligas universitarias americanas.
Ya no nos resultan desconocidos los nombres de Ime Udoka, Aloysius Anagonye, Emeka Okafor o Ike Diogu. Pero también existen otros jugadores que han participado de manera más o menos anecdótica en la NBA como Olumide Oyedeji, Ndudi Ebi u Obinna Ekezie. Es muy posible que la falta de confianza de los entrenadores o su propia falta de talento les haya cerrado las puertas a una permanencia más estable en la mejor liga del mundo.
Como consecuencia de la irrupción de estos jugadores en el panorama baloncestístico internacional surgen a su vez nombres a seguir para los próximos años. Es más que probable que Ejike Ugboaja, Solomon Alabi, Churchill Odia, Ebi Ere, Ekenne Ibekwe y Chamberlain Oguchi ahora mismo no nos digan nada, pero pueden ser piezas importantes en la renovación de una selección nigeriana con más talento colectivo que las predecesoras.
Hay otros nombres que nos pueden resultar conocidos, como Koko Archibong, que tuvo sus coqueteos con Los Ángeles Lakers; Benjamin Eze, pivot rocoso del Montepaschi de Siena; Gabe Muoneke, que tuvo un paso fugaz por la ACB y ha rondado los training camps de la NBA durante algunos años.
A esta larga lista de jugadores podrían haberse unido Misan Nikagbatse y Olu Famutimi, pero prefirieron nacionalizarse alemán y canadiense respectivamente, para proseguir sus carreras deportivas con más estabilidad.
A partir de este momento ya no es conveniente obviar el potencial físico de los nigerianos porque a poco que mejoren los conceptos colectivos, pueden dar alguna que otra sorpresa.
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