Recientemente ha surgido la noticia de la renuncia de Pepu Hernández como seleccionador nacional de baloncesto tras los Juegos Olímpicos. La forma en la que se ha producido tal anuncio parece haber provocado en la Federación cierto malestar, hasta el punto en que han aparecido rumores sobre la posible destitución de Pepu incluso antes de un acontecimiento de tanta relevancia.
No comprendo los entresijos que han fomentado este rumor, pero no creo que se trate de algo puntual. Más bien todo lo contrario. Pepu Hernández es un hombre de equipo, de hombres y no de nombres, de un trabajo diario y no de una exhibición pública, poco dado a hablar continuamente en los medios de comunicación, porque su status de entrenador estrella se lo ha ganado en el campo y no en la tele, en la radio o en los periódicos. Es más, puede que ni siquiera haya alcanzado el status de entrenador estrella a estas alturas, después de haber conseguido un Mundial de baloncesto, un subcampeonato de Europa, y un ambiente propicio en el seno de los jugadores para poder lograr un próximo éxito en los Juegos. A veces, el no usar gomina o no contar unos chistes cojonudos te puede cerrar el paso a un gloria bien merecida donde hay que merecerse las cosas.
Cabe preguntarse algo: si España se hubiera hecho con el título europeo en el campeonato de Madrid, ¿las cosas pintarían como pintan ahora? Me temo que no. La atmósfera de euforia y el aura de imbatibilidad pregonada por los medios y auspiciada por la Federación no fueron suficientes para vencer a Rusia en la final; y es que no se puede vender la piel del oso antes de cazarlo. ¿Éramos favoritos? Sí, pero no jugábamos solos. España murió de éxito.
No obstante, tenemos la materia prima necesaria para resucitar, y hay que aporvecharla. Si bien la base debe permanecer intacta, algunos ajustes deben realizarse para no cometer el mismo error que en Madrid. Jorge Garbajosa no está recuperado del todo, ni lo estaba en Madrid, pero se le forzó la rehabilitación para poder contar con la rotación que había logrado el Mundial. ¿Merece la pena? A toro pasado seguro que no, pero eso no se podía aseverar a priori. Ahora que estamos a tiempo de diseñar la plantilla para los Juegos, no hay que desaprovechar la ocasión de probar a gente nueva.
Pepu tiene en la cabeza la configuración para esa plantilla, o al menos es lo que debería tener por el cargo que ostenta. Los rumores sobre un posible preacuerdo con algún equipo ACB de perfil alto van cogiendo cuerpo cada día más. Si el contrato de Pepu finaliza tras los Juegos, y él no tiene intención de prolongarlo, pues que se lo comunique a la Federación. ¿Es lícito firmar un precontrato de este tipo? En otros deportes se puede, aunque sólo con menos de 6 meses de antelación. Actualmente se dan esos condicionantes, pero las noticias vuelan tan rápido que nos hemos enterado todos antes que el propio Pepe Saéz. Por supuesto que es lógico su cabreo, pero hay que comprender que la soledad de un seleccionador (me refiero a soledad respecto a sus propios jugadores, claro está) le puede llevar a tomar más confianza con algunos periodistas, ávidos de noticias y titulares, y levantar la liebre antes de tiempo.
Como no veo ni a Pepu ni a Pepe personas intransigentes ni dañinas, no dudo que se llegará a un consenso por el bien de ambas partes, y por supuesto, por el bien de la selección.
¡Pepuu, procura ser más discretito la próxima vez, pishaa!
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http://pirrimarzon.blogspot.com/2008/05/qu-est-pasando-con-pepu.html
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