Cuando el martes pasado los Chicago Bulls consiguieron la primera elección del draft de 2008, la maquinaria periodística NBA se puso manos a la obra para configurar la plantilla de la franquicia de Illinois para la temporada que viene. No sólo existe el manido dilema de draftear a Derrick Rose o a Michael Beasley (bendito problema), sino también porque el hecho de tomar una decisión o la contraria repercute directamente en la renovación de los expiring (que finalizan contratos) o traspaso de dos de sus mejores jugadores, Luol Deng y Kirk Hinrich.
En las últimas fechas, el incesante atracón de noticias sobre un posible traspaso de Hinrich no oculta tampoco el interés de los Bulls por Rose. De hecho, sería un base que se adaptaría a la perfección a cualquier esquema NBA. Alto, fuerte, rápido, cerebral,... Quizá su punto débil sea el tiro, pero su constante progresión en esta faceta permite soñar en Chicago con una versión similar, o incluso mejorada, de Deron Williams. Hasta aquí todo normal.
El problema surge cuando en Chicago se dan cuenta que Michael Beasley, que podría llamarse perfectamente Beastley por sus tremendas facultades físicas, está en condiciones de convertirse en un jugador franquicia desde el primer minuto de juego. Su gran temporada en Kansas State le capacitaría para convertirse en número 1 del draft en cualquier edición del mismo en la que no hubiera participado Lebron James. No sólo tiene una espectaculares dotes físicas y técnicas, sino también un más que decente lanzamiento y un instinto para el rebote impropio de un jugador de su altura.
Tres grandes losas acechan a Beasley: por un lado, una cuestionable actitud colectiva en la cancha; por otro, una posición indefinida (puede actuar de alero o de ala-pívot); y finalmente, el hecho de no haber sido capaz de llevar a su Kansas State a la Final Four de la NCAA. Este punto no tendría mayor importancia si no hubiera sido Derrick Rose, su gran competidor para el draft, el gran atractivo de la final universitaria. No se trata de infravalorar el campañón de Beasley, pero sin duda habría sido mucho más interesante de haber podido llevar a su equipo a cotas tan altas como el bueno de Rose hizo con los suyos. Por supuesto, toda la culpa no es suya, porque además Memphis Tigers tenían una plantilla mucho más compensada y de más calidad que los de Michael Beasley.
Los mentideros NBA manejan las siguientes opciones:
- Los Bulls draftean a Rose y traspasan los derechos de Kirk Hinrich, junto con algún otro jugador, a cambio de un jugador interior de garantías, o de un pick para próximos drafts.
- Siguen drafteando a Rose, pero no traspasan los derechos de Hinrich, para tener una rotación exterior más completa, aunque con menor margen salarial para contratar agentes libres.
- Draftean a Beasley para cubrir el upgrade en la posición de ala-pívot, y traspasan a Gooden por algún especialista exterior.
- Una opción más remota es traspasar el pick a cambio de un jugador que tenga un impacto inmediato en la liga, tipo Carlos Boozer o así.
Seguro que hay más opciones, y por mucho que inventemos, la experiencia nos dice que todavía nos pueden sorprender.
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http://pirrimarzon.blogspot.com/2008/05/los-bulls-ante-el-dilema-del-draft.html
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