Por circunstancias personales, me mantendré desconectado del blog durante un tiempo. Espero volver lo antes posible.

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martes, 5 de febrero de 2008

La resaca del traspaso


Durante estos días han corrido ríos de tinta sobre el traspaso más sonado de la historia del baloncesto español. La llegada de Pau Gasol a Los Angeles no sólo ha significado un cambio de rumbo radical en su carrera profesional, sino que también ha permitido a otros españoles que hacen las Américas o la harán en breve tener un camino más despejado para labrarse un nombre en el profesionalismo norteamericano.

Hay un componente de glamour en todo esto: no es lo mismo fotografiarse y codearse con las figuras más destacadas del panorama rosa, verde, amarillo,... del famoseo estadounidense, que mantener el sanbenito de jugador franquicia de un equipo que tiene a una persona que ya no está entre nosotros como su mayor gloria. No tengo nada en contra de la ciudad de Memphis, ni mucho menos. De hecho, incluso hay que agradecerles que en un mes de junio de hace de hace 7 años apostara por un españolito delgaducho y espigado como Gasol. Eso sí, Gasol ha dado a Memphis un período de bonanza deportiva que no podían imaginar para tratarse de una franquicia recién trasladada. Tres presencias consecutivas en playoffs no es algo que puedan firmar ni Charlotte, ni Toronto, ni Nueva Orleans,...

La situación en Los Angeles cambia definitivamente. Ahora Gasol ya no es el jugador referencia, el que se juega los balones decisivos, sobre el que recaiga toda la presión de la buena o mala marcha del equipo. Además de aliviar de tensiones acumuladas durante estos años, por lo menos sabe que tiene de compañero a un jugador que le merece mucha más confianza en cuanto a conocimiento de este deporte que los que ha tenido durante estos años. Si bien la componente física es muy importante en el baloncesto, los recientes éxitos del baloncesto español han dado buena muestra que para ganar partidos no hace falta introducir la pelotita en el aro con ferocidad, sino simplemente hacerlo más veces que el contrario: aprovechar tus virtudes y aflorar los defectos del contrario.

Si algo tiene Kobe es ambición. En su ego personal no se admite el conformismo de saberse perdedor antes de tiempo, y esa ambición es transmitida a los compañeros de franquicia, con lo que la temporada de Lakers este año no está siendo el monólogo unidimensional de un Bryant acaparador. La participación de Odom, Farmar, Bynum, Fisher y compañía, en el juego ha sido fundamental. A lo mejor estos mismo jugadores en otra franquicia y con otra camiseta no tendrían el mismo espíritu colectivo que bajo el manto amarillo. De hecho, soy de los que piensa que en Memphis había calidad suficiente como para hacer unas temporadas mucho mejores de las vividas los 2 últimos años. No dudo tampoco que estos jugadores que tienen tanto potencial en Memphis no logren nunca alcanzar su tope de juego porque carecen de un referente organizativo, alguien que dé sentido a su juego, alguien capaz de dar la pausa y o de acelerar el juego en el momento oportuno.

Ahora que Gasol se vestirá de amarillo y púrpura, las cotas de popularidad, influencia y alcance en la sociedad tanto americana como española del de Sant Boi aumentarán exponencialmente. Espero una mayor expectación por sus partidos, mayor publicidad, mayor cantidad de aficionados de este deporte, y sobre todo, un mayor despliegue de medios de las instituciones públicas y privadas para fomentar la práctica del basket. No es concebible en un país que es campeón del mundo de un deporte, que no se pueda disponer de una red de pabellones, pistas,... que permita a los jóvenes (y no tan jóvenes) pasar un buen rato practicando baloncesto.

Ayer ví a dos jóvenes echando una pachanga en una pista cercana a mi casa. Una pista desangelada, con los aros destrozados, con una dimensiones reducidas,... pero ellos estaban allí, disfrutando como niños con zapatos nuevos. Estamos en el buen camino.

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