Malos tiempos corrían para Portland este verano cuando, tras las primeras jornadas de las Summer Leagues de la NBA, Greg Oden sufría una lesión que le mantendría apartado durante su primer año. Oden, procedente de la universidad de Ohio State, logró demostrar en su año freshman que podía llegar a ser uno de los jugadores interiores dominantes que marcara una época entre los más grandes. Los Blazers no titubearon y le seleccionaron como número 1 del draft de este año. Sin embargo, la desgracia se ha cebado con él.
El fantasma de Sam Bowie se apoderó de la capital del estado de Oregon. Recordemos que Sam Bowie fue un pívot estelar en su etapa universitaria, que fue elegido en el puesto número 2 del draft del 84, pero que al recalar en la NBA sufrió una lesión que le alejó de las canchas durante un tiempo. Tras esa lesión nunca volvió a ser el mismo, y muchos le calificaron como el mayor pufo en la historia del draft para Portland, sobre todo teniendo en cuenta quién fue el número 3 ese año...
Aunque este acontecimiento impedía que los Blazers comenzaran la temporada como la habían planificado inicialmente, el tiempo y el trabajo silencioso han permitido mantener a Portland como una franquicia candidata a playoffs para esta campaña. El progreso mostrado por jugadores como LaMarcus Aldridge, Travis Outlaw y Martell Webster no hace otra cosa que mantener a Portland en el pelotón perseguidor de los mejores equipos del Oeste: Phoenix, Dallas y San Antonio.
El hecho de que la mayor parte de los focos fuesen dirigidos hacia Oden, ha permitido que el resto de compañeros trabaje con menos presión. Si bien Brandon Roy ya se ha consagrado como uno de los escoltas más solventes del Oeste, quedaba por dar ese paso adelante de sus compañeros Webster y Aldridge. El fichaje como agente libre del base Steve Blake, que ya fue hace dos años jugador de la franquicia de Oregon, marcaba las intenciones de McMillan de cara a la organización del juego blazer.
Blake puede que no sea espectacular, pero no hace locuras y eso siempre está bien visto en la liga americana. Con un más que decente lanzamiento desde larga distancia, Blake maneja el tempo del partido de manera solvente. Las funciones de Sergio Rodríguez y de Jarrett Jack son complementarias a las de Blake. Jack sale como perro de presa tras el base estrella rival, gracias a su tenacidad defensiva y su extraordinario físico. Sergio sale a revolucionar los partidos cuando están atascados, o cuando toca dar descanso a Blake.
Webster es un alero con unas cualidades excepcionales. Fino tirador, desde sus comienzos siempre fue comparado con Ray Allen (esas son palabras mayores, pero no me las estoy inventando). El principal impedimento para que Webster no haya explotado ya es porque llegó a la NBA demasiado joven, demasiado verde, y ha tenido que progresar alterando la NBA con la liga de desarrollo. Es de esos jugadores a los que un par de años en la universidad no le habría venido nada mal, pero que prefirió las mieles del éxito pronto a estar al menos un año en la NCAA progresando en todos los aspectos del juego.
Aldridge sí que pasó por la NCAA, concretamente por la universidad de Texas. Curiosamente, los Long Horns han conseguido disfrutar estos últimos años de 2 de los mejores freshmen, como LaMarcus Aldridge y Kevin Durant. Tras una primera campaña algo irregular (especialmente marcadas por sus problemas cardíacos), el traspaso de Zach Randolph a New York le permitió jugar los minutos que necesitaba para demostrar a toda la liga su valía. Se trata de un 4-5 muy atlético, y con una muy buena mano desde 5 metros. Comparaciones con Chris Bosh aparte, la irrupción de Aldridge en el juego de los Trail Blazers supone una variación táctica sustancial respecto a la aportación de Randolph, su predecesor. A pesar de los números de Zach, Portland sale ganando en velocidad y altura, mucho más acorde con el estilo de juego de moda en la liga americana.
Przybilla hace una labor oscura pero efectiva. Eminentemente defensivo, ha logrado hacerse un hueco en quinteto titular. Mientras tanto, desde el banquillo aportan intensidad y puntos Channing Frye, James Jones y Travis Outlaw. Éste último ha incrementado exponencialmente su producción colectiva esta temporada. Algunos periodistas hablan sobre la posibilidad de optar al premio del Mejor Sexto Hombre, aunque se me antoja muy complicado (hay demasiada competencia), pero la labor de Outlaw ahí queda.
Como todo no puede ser positivo, también cabe reflexionar sobre el papel secundario de Sergio Rodríguez en esta franquicia. Habida cuenta que se trata de un chaval que necesita de confianza para desarrollar su juego, la falta de minutos está limitando su progreso y no parece que McMillan le otorgue demasiados galones en el equipo. Es cierto que nunca fue cedido a la liga de desarrollo, así que tal posibilidad se me antoja una solución para que Sergio se reivindique como extraordinario organizador. Allí gozaría de los minutos y la confianza para completar su formación. Hay casos muy claros de que esta liga no cierra las puertas de la NBA a ningún jugador. Véase los casos de Kelenna Azubuike, Chuck Hayes o Ime Udoka entre otros.
También es reseñable que Josh McRoberts no goce de minutos. Es cierto que hay competencia en los puestos interiores, pero se trata de una estrella universitaria y estoy convencido de que puede aportar muchas cosas si disfruta de tiempo de juego. Estoy convencido que más de una franquicia vería con buenos ojos la posibilidad de que McRoberts fuese cortado por Portland. Si yo fuese general manager lo haría.
Hasta ahora el balance es satisfactorio: 12-12. No obstante, la progresión en los últimos partidos (recordemos que han vencido en los últimos 7 encuentros) permite soñar con cotas más altas, e incluso con la posibilidad de alcanzar los playoffs. Tratándose del Far West, tal circunstancia otorgaría mucho éxito a la temporada de los Trail Blazers.
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