Sergio Dalma es un tipo diferente. Desde que escuché una entrevista suya en televisión donde manifestaba que "muchas de las mejores canciones románticas habían sido escritas por grupos heavies", mi concepto de este cantante catalán cambiaron radicalmente.
Reconozco que es difícil que un autor que surge en la época cuando más relevancia tienen los grupos pop, no se deje llevar algo por las simpatías musicales de ese momento. Se le podía haber calificado como "otro más de los cantantes para quinceañeras" de esos años. Y de hecho, es notorio que en sus primeras grabaciones existe una componente comercial indudable, por lo que nunca había puesto demasiada atención en su discografía hasta hace bien poco. Por fortuna, supo apartarse tiempo para no caer en el error de otros muchos. Lástima de prejuicios.
A lo mejor no esperábais que hablara de Dalma en este blog, porque el que me conoce sabe perfectamente que el tipo de música que escucho diariamente no ésta. Pero por lo menos tengo que darle una oportunidad a mi oído para empaparme de otros estilos, sin llegar tocar (Dios libre) los extremos de la bazofia que se fabrica últimamente. Digo "se fabrica" porque ni siquiera se crea, ni se canta, ni transmite. Simple producto de cadena de fabricación. Usar y tirar. Los basureros están llenos.
Como iba diciendo (que me voy por las ramas), Sergio Dalma ha dado en su último disco una vuelta de tuerca más en su evolución a una música elegante, romántica y sincera. Lejos de hablar del amor como algo intangible y etéreo, Dalma nos evoca momentos cotidianos, del día a día, de oportunidades, de miradas, de susurros. Quizá es arriesgado decir que Sergio Dalma me recuerda cada vez más a Richard Marx, porque las raíces de ambos son completamente diferentes. Pero si hay alguien en España que tenga un sonido tan natural y delicioso, ése es Sergio Dalma.
Imagino que este cambio de actitud, de comercial a sereno, forma parte del simple paso de los años, pero también intuyo cierta voluntad de desmarcarse de las corrientes "amigüíticas". Algunos ya lo saben, pero para aquellos que lo desconocen, las corrientes "amigüíticas" son aquellas que terminan confluyendo en un mismo subgénero del pop comercial, al amparo del único club que se premia a sí mismo cada año, el de los Premios "..." (no hace falta decir más).
Espero que este último trabajo, "A buena hora", no sea un punto de inflexión. Gracias a nuestro Richard Marx español.
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