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martes, 25 de septiembre de 2007

La línea de la discordia

Los tiempos para el baloncesto están cambiando, y hoy día no es extraño ver a un pivot de más de 2'10 tirando desde la línea de 3 puntos como un escolta cualquiera. Históricamente, el pívot tenía una función esencial en el juego colectivo, y era coger rebotes, provocar huecos para compañeros del perímetro y aprovecharse de su altura para dominar la zona a su antojo. Pero actualmente esa tendencia natural del jugador más alto del equipo está variando con la imposición de nuevas modas tácticas.

La eclosión de baloncestistas como Dirk Nowitzki y Mehmet Okur, por poner dos ejemplos, está ampliando el repertorio ofensivo de las torres de los equipos.

Sin embargo, estamos observando últimamente que la falta de talento colectivo de muchos equipos desemboca una compulsiva oleada de lanzamientos de 3, que ha dejado de ser un recurso para convertirse en el único planteamiento ofensivo. Este hecho se ha visto acuciado en el último Eurobasket, donde los bombarderos de las selecciones participantes se han cebado con los aros de manera desdeñada.

Por supuesto que es más fácil ganar un partido si se anota de 3 en 3 mejor que de 2 en 2; no obstante, no es la única manera. El éxito de la utilización del lanzamiento exterior resulta de la combinación del juego interior-exterior, y permite premiar la puntería. Puesto que el jugador interior ha dejado de aprender los fundamentos técnicos y de colocación que antaño sí tenía, ahora el juego parece haber cambiado a un concurso de "a ver quien se tira la castaña más gorda para que digan lo bueno que es".

Algunos pensarán que Sabonis ya lo hacía en sus tiempos mozos, y que es un recurso más. Y estoy de acuerdo. Pero Sabonis sabía jugar de espaldas como nadie, asistía en el poste como nadie, y reboteaba como nadie. Simplemente utilizaba el tiro exterior como un recurso extra y para no volverse previsible. Porque es eso de los carencen los juegos interiores hoy en día, de imprevisibilidad.


Hay pocos jugadores con el juego de pies que tiene ahora mismo Luis Scola o que tuvo en sus días Hakeem Olajuwon, y... ¿alguien les vió tirar de 3 alguna vez? Que yo recuerde no. Y eso no les convierte en jugadores previsibles. En la manera que los centers o alapivots actuales tengan un repertorio suficiente para sorprender al rival cada vez de una forma diferente, estas facultades les transformarán en más completos y más competitivos.

Que la línea de la discordia no sea el único argumento ofensivo. ¡Qué grande fuiste, Hakeem!


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