Se llama Dwight David Howard y tiene apenas 21 años. Un chico normal para los tiempos que corren. Distante de las modas de hip-hop y peleas entre bandas callejeras, Howard se dedica a jugar, y eso le motiva.
Llegó a la liga desde el instituto SW Atlanta Christian Academy desde la posición de privilegio que te da haber salido como número de un draft, concretamente el del 2004. Cuando muchos veían en él un nuevo caso de Kwame Brown, el bueno de Dwight hizo oídos sordos a los comentarios sobre su valía para este deporte, y se aplicó en la teoría de mejorar poco a poco. Emeka Okafor figuraba como número 1 en todas las quinielas, por su gran temporada en Conneticut y por la ausencia de otros talentos salidos del College tan dominantes como el nigeriano.
El tiempo confirmó que Orlando no se equivocaba. Desde su primer año Howard demostró que los que pensaban que se trataba de un clon de Kwame, es decir, un físico bestial en una mente de niño de teta, tendrían que comerse sus palabras.
La temporada NBA ha comenzado con algunos roles cambiados. Ni Shaq es el de antaño, Garnett ha cambiado el azul-verdoso de Minnesota por el verde guisante de Boston, ni Iverson, ni Carter, ni Duncan,... ni varios de los grandes clásicos de esta liga está brillando como solían. Fruto de este cambio de generación surge la figura de un pívot que domina por aplastamiento el arte del rebote y el tapón en una cancha. Dotado de unas cualidades atléticas inimaginables, el de Atlanta ha comenzado el curso baloncestístico como un tiro, dispuesto a erigirse como el nuevo icono mediático de toda la liga.
Sus promedios esta temporada se han elevado hasta los 23'5 puntos, 14'5 rebotes, y una valoración media de 30'24. Números de MVP. Además, el equipo está acompañando. Orlando está completando uno de los mejores arranques de temporada que se le recuerdan, si no el mejor. Su balance hasta la fecha es de 14-3, aunque también es cierto que su división no es de las más fuertes. Sólo Miami, en teoría, podría ser un rival equiparable si la plantilla estuviera completamente sana (o con 5 años menos).
La aportación que Howard realiza sobre el equipo es tan grande, que repercute positivamente sobre el resto de compañeros. Turkoglu está anotando a placer, y sus promedios han ascendido hasta los 18'5 puntos por partido. Rashard Lewis más de lo mismo. Incluso Bogans, que nunca fue un gran tirador, ha mejorado espectacularmente sus porcentajes de lanzamiento en todas las posiciones. Y es que cuando tienes un jugador en el campo como Dwight, las defensas 1 contra 1 son inútiles, porque nadie tiene esa potencia actualmente.
Disfrutemos de este mix del bueno de Howard:
